Al igual que al café de la mañana me he acostumbrado a llevarte en la
mirada sumarte en mi horizonte, dormir
a tu sombra bajo mi sabanas.
Ya no sé si es amor o tradición que nos ajusta, como el caminar un paso
tras el otro o no se llega a ningún lugar.
Cuantas preguntas se formulan en el silencio del café antes que
despiertes ya he viajado en mi mente a parajes que nunca he visto, ciudades que
aún no saben que existo.
La conformidad de quien observa en la ventana suspira toma un sorbo más y se resigna
brevemente a su realidad.
Donde quedo todo aquel romance, idealismos que hace unos meses bordaban
pétalos en la tela de nuestra historia.
No puedo creer que esto es todo, que allí termina la aventura que tus
ojos solían pintar, en el marco triste de lo cotidiano, donde se vuelve común otro despertar.
HB.
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